Durante estas últimas publicaciones he enfatizado la situación de «no sincronización», en la cual mientras que tú dices «n» la otra persona recibe «n+1». Es ese gran desfase el que hace que, tal vez sin malas intenciones, no lleguemos a un punto de entendimiento. En la vida de pareja, esto se transforma en tempestades: Desconfianza, preocupación extrema e innecesaria, celos enfermizos, discusiones frecuentes, etc. Y, si la relación llega a su fin, eso no quiere decir que la falta de sincronía vaya a acabar, pues aquí no se aplica eso de «muerto el perro, muerta la rabia»
El ejemplo trigonométrico es claro (eso espero): Dos funciones desfasadas por un pequeño periodo de tiempo. Son similares, tal vez podrían estar juntas. Sin embargo: existen las distancias. ¿Qué podemos hacer? (Matemáticamente la respuesta sería ‘derivar’). Lo que podemos hacer es aprovechar esos puntos de contacto y correr el riesgo (porque hablar con esa persona podría resultar en algo positivo o negativo), ponernos en la perspectiva del otro y usar todo lo que conocemos de él/ella para convencerle de que ya no debe perseguirnos –o estar pendiente de nosotros-. Pues el pasado fue bonito y quedó allí, vivirlo nuevamente o recuperarlo solo lo definirá el tiempo y el contexto. Si hubo un primer desfase, quizás haya otro que facilite las cosas. Pero hasta que ello ocurra, cualquier «coincidencia» solo será INOPORTUNA.
Cuando una relación termina, no existe eso de «terminamos bien», simplemente «se terminó», y eso es dañino por un periodo de tiempo. Que de ello luego surjan otras oportunidades para que ambos estén bien, es otra cosa. El hecho de que uno ya sea feliz, no le da derecho a mover cielo y tierra para saber cómo está el otro. Eso hay que dejárselo a la casualidad (la excusa perfecta), para así llegar a un común acuerdo en el cual se elimine ese espacio solicitado. Mientras tanto, se deben respetar los límites acordados, como si fuera un pacto limítrofe internacional. Cualquier acto que infrinja dicho acuerdo solo extenderá el plazo de distanciamiento previamente acordado. Hasta aquí la regla es sencilla: No debes buscar a la otra persona sin haberte puesto antes en su lugar. Por cierto, este método se vuelve infalible con la práctica, por eso es vital aplicarlo siempre. De ello se deduce: Antes de ser inoportuno, mejor quedarnos en silencio.
LUGAR COMÚN
Vuelves a mí
porque el asesino
siempre vuelve al lugar del crimen
Óscar Hahn
Conclusión:
Antes de hablar ‘del pasado’ -o ‘con el pasado’- hay que evaluar cuál es su condición actual y así saber si, con nuestra intervención, mejorarán las cosas o las empeoraremos. No es muy difícil, se supone que conocemos a esa persona. Pero si no actuamos con cautela, luego no le echemos la culpa al otro por obtener una respuesta decepcionante o borde, pues las cartas ya estaban sobre la mesa. Solo queda respondernos la pregunta ♫¿Quién sabe cuándo… cuándo es el momento de decir ahora? Si todo a tu alrededor te está gritando «Sin demora… sin demora»