San Valentín… una vez más

De todos los días del año, el más tonto de honrar es tal vez uno de los más materialistas: San Valentín. Muchos creen que es una fecha para lucirse, haciendo que sus parejas ostenten el regalo más original, cool, gigante, colorido o espantosamente egocéntrico. Peluches por aquí, rosas por allá. Mensajes por la radio, avisos en el telediario. Como zombies transitan torpes parejas colisionando entre ellas, abarrotando todos los lugares posibles, como si no tuvieran otro momento para hacerlo; sin importar si acaso son solo amantes o son una relación seria, o hasta meros amigos con beneficios: TODO VALE, TODO CUENTA. Y las calles se adornan con globos en forma de corazón, las tiendas sacan promociones especiales para parejas, los vendedores ambulantes acosan con inertes flores que supuestamente son el detallazo ‘cumplidor’, y todos los sitios a los que normalmente vas están repletos, claro, por una parejita más. El mundo parece ser feliz porque 1+1=2 ¿Y qué pasó con los demás dígitos?

Liniers: No necesito que ningún santo me de permiso para regalarte algo

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Como ceros a la izquierda desfilamos los ‘singles’, disimulando la falta de paridad con planes inexistentes, salidas posteriores inventadas (o improvisadas), agendas apretadas (de citas con amistades que forman un clan de ‘solter@s olvidad@s’). No somos losers, pero estamos afuera del amor. Y ya que la creatividad -capitalista y absurda- le añadió a San Valentín eso de ‘Día del amor… y de la amistad (ya que importa)‘, buscamos con eso no afectarnos tanto ante toda esa marea de cursilería barata. Vemos con ojos críticos y «objetivos» cada ñoñería antes mencionada, como un insulto a nuestra brillantez, suponiendo que nosotros no seríamos capaces de hacerlo (o, incluso, planeando magistralmente cómo hacerle un improve a ese paupérrimo detalle de dos desconocidos en la calle). Menospreciando cualquier flashmob de declaración de amor, burlándonos de los clichés: como si nunca nos hubiera tocado o nos fuera a tocar, con esa hipocresía tan humana. Así pasamos el 14 de febrero, con rebeldía, como un hígado con patas con sentido del humor, sin saber que podría ligarnos algo ‘sin querer queriendo’.

Conclusión

Uno no necesita una fecha especial para acordarse de sus amigos o sus amores, lo que uno necesita es voluntad de querer hacer algo por ellos. Tampoco es que todo sea amor como intentan imponernos, hay que abrir bien los ojos y diferenciar a los lobos con piel de cordero (y a las lobas que van exhibiendo la cola). Si tienes pareja, no la saques a pasear como si fuera un desfile de perros; si estás solo, no te angusties preguntándote ¿hasta cuándo? Que las redes sociales no te arruinen el día, solo depende de ti. Y cuidado: si ese día solo lleva tendencia a sábanas mojadas en la habitación de un hotel cualquiera, eso no es amor, son solo manchas en el pantalón. No es amor, son solo gotas de sudor en tu corazón…

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Acerca de PaoloCesare

Calmo, analítico, consejero, buen compañero, gran amigo (eso dicen, no les crean). Me atrevo a escribir para compartir y aprender con Uds.
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5 respuestas a San Valentín… una vez más

    • PaoloCesare dijo:

      gracias! A tomar esa fecha con humor, deportivamente… y ojala algún día la gente se de cuenta de que es mas rentable no ser un carnerito en el rebaño… Atentamente: La oveja negra

  1. Pingback: ¿Día del amor? | Nadie Nos Entiende

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