Un saludo errado, la excusa perfecta para saber de mí. Las tres marías en el cielo me advierten lo mismo que mi instinto ‘felino’: Un fantasma del pasado en aproximación. No sé qué hacer, callar o destruir la evidencia. ¿Cuándo fue que ver su nombre en mi buzón dejó de darme alegría? Decidí encarar, saber el estado real de quien aún es capaz de sacarme de mis querencias. La vida cíclica impone una solución, un momento de paz y ♫ de eterna redención. Pero el mundo ha girado, ha girado feroz (…) y con él, tú y yo.
A cuatro días antes de mi cumpleaños, una fecha trivial para mí pero –en teoría– importante para mis seres más cercanos, llegó un correo sincero pero equívoco. Con él, miles de «¿por qué…?» llegaron a mi cabeza, junto con una infantil decepción por un error de quien me decía ‘mi amor’: un saludo de felicitación errado en edad y fecha. Quise creer que a cualquiera le pasa, que en el fondo da igual pues ya no estoy más en su vida y que lo que más importaba era el gesto. Así pasaron las horas y aquel concepto tétrico de ‘un fantasma en comunicación’ fue deshaciéndose. En una publicación anterior, había explicado la figura de ‘la muerte de un amor’, el duelo y el proceso mental que cuesta superar una ruptura. Pues bien, mi proceso no contaba con que habría tanto ‘ruido blanco’ en el plazo estimado. Simplemente colapsó, ya no será un fantasma.
Me refugié en mis amigos más cercanos, las salidas ‘legendarias’, el alcohol y las canciones de todo tipo: todo esto en pocas horas. Esa misma noche le pedí a aquel Dios que me lanzara una señal como en el pasado: encarar o pasar de. Y de repente…
Entonces, evadiendo la lógica de mis decisiones previas, hablamos. Expuse mis sentimientos y sensaciones con respecto a esta búsqueda y al craso error, entendí su realidad, aunque no era la que deseaba. Seguimos siendo distintos. Para mí, ella estará en un plano inalcanzable. Para ella, sigue siendo importante contar con alguien como yo. Su fantasma iba tomando consistencia cuando me decía lo importante que era contar conmigo, por lo que fui, pero volvía a diluirse al notar que ya nada volvería a ser como antes. Paradojas ocultas tras muchos momentos de sonrisas, pues pese a todo, sin etiquetas, podemos llevarnos por donde queramos, en un juego peligroso considerando la realidad: No volveremos a estar juntos.
Ella apeló al muchacho dispuesto a ayudar, a ese superhéroe capaz de escucharla e impulsarla hacia adelante. Ese mismo sujeto al que mis amigos tratan de cuidar y rescatar de sí mismo, ese que ella perdió sin saber su fecha de retorno. Aunque no parezca, yo sé que toda esa búsqueda no lleva malicia, no tiene nada de malo expresar un ‘me haces falta’ (indirectamente). Y, reconociendo que a veces ella pensaba en mí, el ambiente de la conversación se puso nostálgico. Sabía que tenía que ser firme, es muy pronto para mí tomar esa posición ‘irremplazable’ en su vida. ¿Y dónde está su actual pareja? –me pregunté por dentro, con ganas de renunciar a aquel rol mesiánico por indignación–. Finalmente, subrayé que un solo error podría poner en jaque lo que yo realmente deseo: que algún día podamos hablar sin temores. Admití que tal vez hice mal al creer que mi anhelo era realidad, pues su felicidad no es mayor que antes –me confesó–. Pero esa proyección me hizo luchar con más fuerzas por mi felicidad. Ella no entendió esta figura, y con ello empezó a brotar esa sensación terrible de no sincronía (el primer ‘no me entiendes’). Tal parece que nos vamos a querer y recordar para toda la vida, pero, luego de reflexionar, reconozco que sigue siendo turno de los otros dos protagonistas: tiempo y distancia…
Conclusión:
Cada quien cierra sus heridas como mejor considera, algunos las tapan y esperan que no se infecten (diferentes actividades), otros las curan con medicinas caseras (amigos y familia). Algunos van al doctor a que le receten algún antibiótico (terapia) y otros, al estilo Chuck Norris, se la cosen «a la mala» para seguir peleando (con eso de que ‘un clavo saca a otro clavo’). Algunos le temen a la soledad, otros parecen acostumbrados a ella. Sin embargo, todos los procesos son distintos en cada uno y eso es lo que hace que ‘vivir’ en pareja sea enriquecedor, incluso al terminar la relación. Siempre será bueno hablar con esa persona y reconocer entre los dos la real situación, aunque sea arriesgado confundirse si uno no es firme. De aquí saqué dos cosas buenas: La redención y la firmeza. A ti: Gracias por seguir enseñándome a crecer, aunque tenga que darle la contra a un pedacito dentro de mí: ♫Yo pensé que con tanta experiencia conocía todo y contigo aprendí que al amor no le importa quién sabe más. Y que el tiempo en nosotros no existe por todo lo que veo en ti. No te apartes de mí, oh no.
Me gusta mucho tu conclusión y otra vez llegamos a concordar, pero tú lo expresaste primero. Al igual que el blog, me ganaste por puesta de mano 🙂 Aunque yo escribiré en inglés…. ya verás mis razones en mi entrada
Al fin cumplí con mi tarea :). Hay personas a las que no les gusta sentir que pierden o que las están olvidando…esas puedes ser razones para que regresen…Eso no niega el amor que puedan sentir.
ni el amor ,ni extrañarse.. hacen a una pareja. Alguien que valga la alegria !
Efectivamente, lo único que debe valer la alegría propia es lo que a uno mismo le nace, no lo que otro le imponga, como el simple hecho de preguntar ¿me recuerdas? Un abrazo