de tus errores, del qué dirán
Corres a un destino incierto,
improvisado, tal vez desierto.
Quien pudo ser, ya no es…
Perdido el juicio: sentencia autoimpuesta
esa fue tu última respuesta.
Nunca fuimos novios pero «terminamos» muchas veces. Y es que hay ocasiones en las que una amistad puede cruzar la barrera de la friendzone y quedarse en un limbo insinuante y provocativo: ‘amigos con beneficios’ o relación ‘sin etiqueta’; esas cosas de las parejas modernas que, pese a ser joven cronológicamente, no logro entender. Acaso lo prohibido, acaso la represión. Si algo puede atentar contra una amistad, ese algo no es un beso, es la falta de comunicación.
¿De qué sirve un ‘gracias’ si ahora me atropellas con un adiós? Las razones no importan ni tampoco los halagos previos a un adiós. No hay nada más injusto que un final sin previo aviso, sin mutuo acuerdo, sin haber afrontado las cosas frente a frente. Me dan risa las despedidas por whatsapp, o terminar con un mensaje vía Facebook. Creo que eso es válido para las relaciones a distancia o para aquellos que empezaron así, por ese medio. Por un momento hasta parece que hablamos de una relación de pareja, pero esto aplica a todas las relaciones.
Mi delito es tu pecado. ¿Para qué arrastrar el pasado? Es prioridad entender bien el porqué de todas las cosas que te ocurren. Un amigo no debe juzgar, ni tampoco esperar a que le hagan caso a todas sus sugerencias: Ser superhéroe desgasta; las expectativas y las decepciones son la peor criptonita. Por ello, cada quien es libre de ‘pecar’, pero siempre podrá contar con un amigo para rescatarle (y no, un paternalismo censurador que aburra y moleste). En fin, si uno decide que un amigo es poco amigo por no ‘detenernos’, es como decir que somos menos culpables de un delito que de todas maneras cometimos. Pero, la vida sigue. De los errores uno vive y no hay porqué esconderlos.
Miedo, idiotizador universal. Tal vez no sepamos controlarnos: la pasión, la curiosidad, la presión grupal, el calor… qué se yo. Algo podría cambiar una amistad, amenazando la tranquilidad y todo aquello que le rodea. Alguien, de pronto, pone en jaque esa relación incomprendida, poniendo una encrucijada sobre la mesa. Elegir entre tu pareja y tu mejor amigo. ¡Qué cobardía! Y, sin embargo, lejos de negociar, a veces decides lo que parece más sencillo: «él va a comprender, total… es solo un amigo». (Secuelas de la friendzone: incluso si no quisieras nada con esa persona, eres sacrificable, no como el rey en el tablero… tal vez un simple peón)

Liniers: ¡Qué buenos amigos son! Charlan de sus problemas. Van juntos al cine. Se conocen desde hace años… pero nunca pasó nada entre ellos. Todo eso está por cambiar…
Conclusión
¿Quién determina el espacio entre dos personas que se hacen amigos? ¿Quién es quién para juzgar, prohibir o insinuar? Si los errores son parte de nuestra vida, ¿por qué omitir? Esta vida es para arriesgar. Las personas que vienen también se van. No se arrepientan jamás de estar en ese limbo del amor y la amistad, para así aprender ♫qué difícil es guardar la distancia adecuada…
Me encantó, no solamente por el contenido, también por.la forma tan natural que expusiste tú entrada, la sentí de forma literal como sí estuviera hablando como en una deliciosa tertulia con el escritor, me gusto mucho Pablo, gracias por compartirlo!