Cuando las decisiones te pesan como una armadura de plomo y no te dejan seguir
¿En qué momento te olvidaste de ti mismo y te vendiste a la rutina de una vida ajena?
Entonces, márchate lejos, a ese lugar tuyo, donde te recargues de ese quien realmente eres…
Los problemas nunca dejarán de aparecer, nos sofocan y nos enferman ¿para qué resolver uno si luego tendrás otro, más grave y más complejo? Es este maldito agobio el que derrumba nuestro empuje, que apaga la chispa de emprender, de arriesgar, esas ganas de volver a empezar. No estoy seguro de cuáles sean las verdaderas razones para que se hayan agotado aquellas fuerzas para luchar. La soledad, la falta de cariño, el estrés que cala en la salud. Son solo variables que juegan un rol importante en una vida que parece estar lejos de la felicidad. Estás cansado de este juego pero tienes miedo de jugar otro. Qué más da.
El trabajo es una rutina, de fracasos o de números inconclusos, frialdad, cinismo y poca palabra. Ser un profesional y no valer lo suficiente. Es una crisis privada, una devaluación que uno permite. Nosotros no estamos dispuestos a aguantar, sin embargo: seguimos afuera de nuestro lugar. Un statu quo, inaceptable pero invariante. Solo una decisión, una determinación ¿Dónde está esa motivación? Ya no queda coraje, las fuerzas se fueron con la humillación, y ese gran orgullo o, incluso, aquella soberbia maquillada no hacen más que desaparecer. Toda esa bravura solo podría llevarte a un solo lugar: Tu lugar.
No hablar chino pero sentir que nadie nos entiende. No estar solo pero sentirse como tal. La vida se conjuga con la muerte y ya todo da igual, tener veinte y pico años pero sentirse joven solo en ocasiones. Las responsabilidades, propias y ajenas, han hecho que te olvides de lo más importante: tú. Y ni las mejores terapias podrán sacarte de la depresión de una vida que te señala como una cifra, solo una cosa. Tal vez en exilio, tal vez una simple determinación. Un empujón para volver a abrir los ojos, empezar un nuevo círculo para no quedarte en el mismo. Tu espacio, tu lugar, ese en el que tal vez de niño podías recargarte de energías. Vamos allá, porque la soledad y tú se merecen también una nueva oportunidad.
Conclusión
En un estado tan crítico se debe tomar una pausa, para meditar y evaluar el real sentido de la vida. La enfermedad más grave es la del alma, la que afecta nuestro sentido de vivir. Es necesaria una medicina perfecta, la que solo conseguiremos en nosotros mismos, en nuestro refugio, en donde somos inalcanzables. El camino tal vez sea largo y ya estamos cansados de haber caído muchas veces. Sin duda alguna, la conversación más difícil es la que tenemos con nuestra propia conciencia. Aquella balanza que nos indicará si hasta este punto de la vida estamos por buen camino o si estamos en el camino errado. Tal vez toca corregir, nunca es tarde, no hay que temer. Es mejor pronto a que lleguemos a viejos y decir: ♫He buscado en los desiertos de la tierra del dolor y no he hallado más respuesta que espejismos de ilusión. He hablado con las montañas de la desesperación y su respuesta era solo el eco sordo de mi voz.
¡Muy bueno tu trabajo Paolo! Aprovecho a invitarlos a conocer mi novela de relatos en este blog http://musarelatos.wordpress.com/. Se puede descargar gratis en pdf, mobi y epub… Saludos desde Barcelona 🙂
Gracias Ana. Sí, siempre te sigo y estoy pendiente de tus publicaciones. Un abrazo y a seguir deleitándonos con tus relatos. Saludos desde Lima 😉