
Erika Anastasia Luna Morales – Es absolutamente cierto que el tiempo lo cura todo. Pero lo mejor es que puedes decidir cuánto tiempo quieres sufrir. Mientras más rápido te des cuenta de que cada relación, buena o mala, fue un regalo, más rápido podrás perdonarte y perdonar a la otra persona. Y mientras más rápido perdones al otro, más rápido comenzarás a amar y a vivir de nuevo.
Cuando una relación termina, suelen doler más las promesas incumplidas que la misma ausencia de la persona perdida. Son aquellas historias inconcretas las que arrasan con la fragilidad de un corazón soñador. El haber apostado tanto y haberlo perdido, teniendo como consuelo el recuerdo y el tatuaje invisible en la frente de ‘no habrá nadie como tú’, como si eso importara. Suele doler también, como es obvio, la figura del reemplazo, la sucesión y hasta el cambio de mando; la estúpida comparación entre un pasado simple y un presente perfecto, más humillante incluso cuando nos idealizan, como la obra maestra que solo quedara como el cuadro principal del living y solo por una temporada, quizás dos. En resumen, cerebralmente estamos en agonía, atormentados por el peor de los fantasmas: nosotros mismos.
Y es que cuando los años pesan tanto, peligrosamente se construyen más recuerdos a partir de la rutina. Desde las citas más comunes convertidas en noches legendarias, hasta sencillas palabras de cariño sobrevaloradas como un manuscrito de John Lennon. Cualquier escena de pasión nos transporta hacia alguna noche nuestra, hasta con el mismo guion: Que poco originales podemos ser a veces. Y le echamos la culpa ‘al enemigo’ porque es más fácil ver en él, ya sea por su proximidad o por su olvido, la responsabilidad de lo que es, en parte, nuestra tarea. Cuando una relación termina, no solo acaba con parte de nosotros, sino que nos obliga a dar ese salto para ser la persona perfecta, ya no para un tercero sino para nosotros mismos. Empezar así a construir de a pocos el «Porque yo lo valgo».
En ese tránsito del perdón y el olvido, cada vez que aprendamos a tapar la nostalgia con nuevos recuerdos obtendremos como recompensa la sensación de libertad. No se trata de desmerecer lo vivido, sino de priorizar lo actual. Nuevos círculos, nuevos retos, nuevas aficiones. Con ese camino será inevitable conocer a quien tenga nuestra misma locura, o simplemente quien la alimente bien, aportándonos cordura con sabor a libertad. Tarde o temprano, nosotros mismos seremos quienes convertiremos a una persona en la persona especial, bajo predisposición y de manera inesperada. Será entonces cuestión de no estar preparados, ni si quiera abrir los ojos, simplemente, divertirse.
Conclusión
«Quiero olvidarme de ti», paradójicamente al decirlo estamos recordando a esa persona. La parte más difícil del perdón es la de perdonarse a uno mismo, la de encontrar nuestros errores y asumirlos. Luego de ello, liberados con alguna solución en mente, llega la parte de perdonar al otro, de dejarle ir. El olvido, por otra parte, funciona en paralelo y sin decir nada, y se activa cuando estamos ocupados en nuevas facetas. No es cosa solo del tiempo, hay que proponerse y cumplir ciertas reglas. Hacerse así de fuerte y ya no quedarse en la etapa de ♫Si tuviera más valor lo que te diría es que el hombre perfecto que tú querías nunca entendiste quién era…
my bueno… me vas a enseñar ese baile eh?… 🙂
hola Carlos… ya con lo del ‘ras tas tas’ colombiano ese bailecito quedó enano… jaja tendré que ir a Cali a ver que cosas nuevas salen. Un abrazo
Excelente entrada querido amigo…Me quedo con la frase de Erika Anastasia, será una entrada en mi blog. Felicidades, me ha encantado. Un abrazo sincero.
Gracias Felix, me alegra saber que lo que escribo sirve para identificarse o para recordar historias de cada uno.
En tu cabeza aún resuenan los planes que iba a hacer contigo, ésos que solo se amoldaban a tu forma de ser, y no sabes qué hacer con tantos pedazos rotos de algo que sabes que no volverá. Y si vuelve, jamás lo sentirás como entonces.
Gran post.
Un saludo.
Es cierto, nada puede volver a ser como antes, pero si hubo aprendizaje en ambas partes podría ser mucho mejor 🙂 Que la esperanza nunca disminuya. Un abrazo
Buenas,
Muy triste lo que dices… A mí me gusta creer que existe el amor para toda la vida, pero hay que cuidarlo y no abandonarlo con primeros problemas o cambios. El amor puede cambiar y coger varias formas, pero puede perdurar. De nosotros depende si le dejamos evolucionar y nos alimentamos de su nuevo sabor, o lo dejamos atrás y buscamos otro…..
Besos,
Lena
Hola Lena, es cierto que existe un amor que perdura, pero para que ese llegue debemos perder al menos uno. Difícilmente el primer amor se convierte en el único, pero sí existe un único amor que se convierte en el primero: el primero que nos sacie, que nos convierta, que nos someta y que nos enseñe a llegar compartiendo. Solo así dejaremos atrás lo demás.
Gracias por tu visita y tu comentario. Besos
Pablo.