me preguntas si he podido ser feliz, si logré lo que me propuse.
Me preguntas si recuerdo lo vivido, detalles de un amor indeleble.
¿Y tú? Al parecer, aprendiste a vivir con el recuerdo bien adentro.

Julio Cortázar – Rayuela – «Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.»
Como es bien sabido, en el amor no puede haber lógica, este actúa según la naturaleza entre dos mundos, dos personas que se aventuran a ir en contra de sus peros y tabúes. El amor, ese que «podemos decidir», no es más que la capitulación de un conflicto interno (un duelo o un espacio personal de aprendizaje). Elegir es, en realidad, rendirse por aceptación de la superioridad de las fuerzas del amor, camuflada en la dulzura de una sonrisa o la calidez de una mirada. El amor no se puede buscar, mucho menos se puede huir de él, es algo que está inmerso en nosotros. Y es por ello que, mientras exista un pasado en el presente, mientras haya alguna tarea pendiente, la naturaleza del amor impedirá cualquier otra cercanía. Cualquier atrevimiento solo podría padecer de las tinieblas de un eclipse, una mentira con nombre propio: traición.
El olvido viene tras el perdón. El perdón tras la aceptación de los errores propios y ajenos. Pero, cuando acaba una relación, luego de haber entendido y aceptado nuestras falencias, «olvidar» necesitará de muchas tareas que deberán copar nuestra cabeza. Es como si el amor, en su máximo sarcasmo, nos hiciera pensar cuando ya es muy tarde. Llegan esas preguntas tras la distancia, ese ‘querer saber de ti’, esas casualidades provocadas o los mensajes equívocos por redes sociales. Torpezas con el único fin de no dejar ir. Algunos son firmes y pueden evitarlo, otros ceden ante las dudas y la curiosidad de un compañero otrora incondicional. De cualquier modo, nos damos cuenta que olvidar nunca será tarea fácil. Se olvidan los malos ratos, pero ¿quién nos quita esa mañana de domingo sonriendo debajo de unas sábanas ajenas? A veces, por más que lo intentemos, eso no ocurrirá.
¿Y qué pasaría si, de pronto, una de las dos partes quiere acercarse más de lo debido? ¿Acaso vale la pena reabrir el corazón o uno debe mantener a esa persona en el recuerdo inmaculado del «pasado perfecto»? Solo sabremos si estamos listos para un acercamiento cuando aceptamos nuestra condición de quererle -o no quererle- tal y como es, cuando el tiempo haya hecho quedarse a lo único verdadero: el cariño aquel que les hizo decir ‘nadie nos entiende’. Mientras tanto, forzar a dos corazones asíncronos solo podría ser hiriente por la naturaleza de la pasión: expectativas incumplidas, esperanzas de un retorno, choque de nuevas realidades, cambios que no estaban en nuestro libreto, etc. Finalmente, dejar ir no es llevar una relación hacia el camino del olvido, sino hacia la inmortalidad de un corazón que prometió alguna vez que todo eso sería para siempre.

David Santos Solano – Alas de Ceniza – A prueba de olvido. Tantos meses pasé tratando de odiarte, y después muchos más intentando olvidarte. Cuando por fin pensé que lo había conseguido, resultó que tus ojos son a prueba de olvido.
Conclusión
Cuando reaparece aquella persona que marcó nuestra forma de querer, la del punto de inflexión, la de los detalles incontables y la inspiración inagotable, y antes de ser pasional y dejarnos llevar por el buen momento que sentimos que puede brindarnos por herencia del pasado; es nuestro deber validar nuestra real situación después del amor, más allá de sus intenciones y las nuestras. Porque por una ligereza entre ambos, tras un encuentro «casual», nos podría atormentar el hecho de vivir mirando hacia atrás y, sin darnos cuenta, pensar hasta el cansancio: ♫ y ahora no sé si tú exististe o eres sólo un sueño que yo tuve. Pero es que hay gente que no consigues olvidar jamás, no importa el tiempo que eso dure…
Excelente entrada, pienso que estoy muy de acuerdo, siempre de debe dejar ser al amor…dejar que todo proceda de forma natural, sin forzar a olvidar o a amar…sencillamente el único que se entiende a sí mismo es el mismo amor, porque de tratar de entender u olvidar lo único que se conseguirá es un conflicto interno y un proceso…pausado…
ay los conflictos, parece que existimos los que no paramos de darle vueltas a las cosas y terminamos así, enredados en nombre del amor (y de otras calamidades). Un abrazo y gracias por tu comentario. Pablo
Muy ciertas tus palabras… el amor tiene una complexidad que nosotros no somos capaces de entender…
¿Porque no enamoramos; podemos amar una persona sola; existe el amor eterno o es solo un compromiso con nuestra alma; somos malos si nos enamoramos de otra persona mientras estamos con una; podemos esocndernos de una situacion asi?
La verdad es que para mi el amor es hermoso, como también un sentimiento con tanta complejidad que me parece un misterio, algo que me es dificil entender…
Gracias Mario, siempre estoy de acuerdo con tus palabras. Y esa complejidad que nos hace alucinar, es la que encanta, la que hace que tantas personas nos encontremos en este mercado virtual exponiendo sus ideas y sentimientos. Encantado de estar en contacto contigo, un abrazo, amigo.
Tal cual una reflexión que hice hace un tiempo en mi blog… Venimos a decir cosas prácticamente iguales. Me encanta!
Me alegra poder llegar a un mismo punto en común, coincidir muchas veces no es casualidad, es necesario. Un abrazo.
Que cierto. Ay Julio Cortázar, que genio. Y no es por quitarte mérito, pero es que es… Y es verdad que el amor es un tema muy complicado, y ojala fuera eterno. Si quieres pasate por mi blog, siempre estoy abierto a comentarios
Muchas gracias, es cierto, Cortázar es un genio. Tu blog está muy bueno, le haré más seguimiento. Un abrazo.