y un corazón dispuesto a escuchar. Tenía lápiz, papel, un mapa y mucho camino por recorrer; mas no tenía idea de que a la distancia empezarías a brillar.

Mario Benedetti – La Tregua – «Más que besarla, más que acostarnos juntos; más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano, y eso era amor.»
Las cosas sencillas son las que muchas veces nos hacen el día: una sonrisa en la calle causada por una ingenuidad o descuido, el hecho que nos ayuden en el autobús para no extraviarnos, o que una canción en la radio nos recuerde aquellos momentos de ilusión. A veces solo basta que el sol brille contagiando colores en los parques, o que la luna sonría reflejada en las piletas de las plazas. Cualquiera sea nuestra excusa favorita, ninguna será más eficaz que cuando aquella persona nos toma de la mano y nos hace sentir resguardados.
Podíamos ser dos niños, podíamos hacer cosas de grandes. Podíamos camuflarnos en la indiferencia de una ciudad fría y estar juntos pese a la distancia, con simples mensajes de aliento. Y en ese andar descubrí que molestarte es como ese deporte en el que fácilmente obtendría la medalla de oro, pues una sola consigna me anima a seguir y es verte sonreír. No hay belleza más simple que el cariño concentrado en breves actos de acompañamiento. Un mensaje, una llamada. Incluso si la distancia se avecina, la ilusión de dos corazones sincronizados siempre va a ser prioritaria. El complemento que estábamos esperando llegó sin avisar, tomó su lugar y ahora solo podemos echarnos a volar.
Algo estaba creciendo como producto de la curiosidad y la seducción ¿Límites? ¿Miedos? Nada de eso. Para qué, si ya era muy tarde. Habías activado aquello que relajaba mi vicio de calcularlo todo. La aventura en su máxima expresión me hizo emprender un viaje legendario con la consigna de encontrarte en cada lugar. Llevaba un poquito de ti y eso me bastaba. Ese estado de pertenencia y ese anhelo por tenerte tan libre como yo, muy lejos y a la vez tan cerca. Una contradicción tan dulce y tan efímera, que solo podía ilusionar a quien había prometido no darle chances a un corazón delator. Los sueños no eran ya más que reflejos de la realidad, cálida, atrevida y colorida.
Conclusión
A veces uno cierra sus puertas, a veces cuesta decir la palabra ‘amor’. A veces esperamos que llegue la persona perfecta pero no llega, a veces nos convertimos en novios por un día y eso es curiosamente perfecto. Y queremos más, y avanzamos juntos, y de la mano volamos por un camino conocido, casi abandonado, pero entrañablemente nuestro. Entonces, la magia hace de las suyas y esa persona, con un mensaje tan sencillo y sin emitir palabra alguna, nos cala profundamente y nos empuja a avanzar, entrando en contacto con nuestros corazones sobrevivientes pero valientes, dejándonos un mensaje así: ♫Suelta todos tus miedos, vámonos a viajar. Que nada te detenga: el límite solo será tu andar…
Esta muy guapo. Te felicito 🙂
Gracias Mr. Saludos.
Es genial cuando el amor realmente te da alas…con las que podrás volar…!solo siente el viento!, ¡solo siente esa libertad que te da el amor¡ cuando puedes amar libremente con alas! Gracias por compartirnos tu vuelo!
Como siempre, tan precisa, tan dulce y tan presente 🙂 Un abrazo y gracias por tu comentario.
Los pequeños detalles que llenan de paz y amor nuestras vidas. A veces sólo te reconforta sentir en sol en tu rostro.
Muy buenas palabras.
La importancia de esos pequeños detalles la vamos olvidando a medida que crecemos y nos metemos en un mundo de ‘grandes proyectos’. Ojala pudiéramos descontaminarnos con facilidad. Un abrazo.