Desde mi querencia
surge esta demencia…
Por ti,
ya no tiene sentido sufrir,
solo luchar por verte sonreír.
E incluso, así,
consciente del final,
hasta vale la pena vivir.
En una primera etapa, cuando nos enamoramos nos volvemos un tanto tontos (bueno, demasiado tontos). Esa situación de borrachera constante, mezcla de felicidad y angustia, ternura y deseo, nos lleva a exagerar las cosas. Los días sin ver a la persona querida son como una tortura mental que pone a prueba cada uno de nuestros sentidos. Creemos ver donde no hay, oír donde hay silencio, oler un aroma e indexar incorrectamente una escena de nuestro pasado inmediato. Es el amor, quizás. Incluso teniendo hoy en día herramientas para comunicarnos en línea, nada parece ser suficiente. Tal vez algunos más controladores que otros, dejan que la exageración se convierta en acoso. Habrá que distinguir.
Reconozcamos entonces que todos hemos sentido algo parecido a lo siguiente:
Existe un tiempo en el día para echarte de menos, el momento en el cual no tengo de ti más que tus labios en una carta ‘de amigos’, un collage que me hiciste con muchísimo cariño y la foto de nuestro viaje que imprimí y que me acompaña en mi escritorio. Este es mi instante para sufrir un poco, porque no te puedo abrazar, porque aunque no quiero vivir más tiempo así, no puedo hacer otra cosa. Es ahora cuando odio esos estúpidos espacios entre nosotros en lugar de tener aquellos nuestros momentos inseparables, cuando por fin encontré a tu lado ese lugar favorito llamado paz.
¡Cuánta falta me haces! y no tiene sentido ya lamentar si no podemos hacer más que esperar para volvernos a juntar. Si nos quejamos por esta distancia solo nos condenamos a tener que aguantar más, por eso prefiero callar. Solo quiero dejarme llevar, dejarme estar en tu presencia camuflada en esta tu ausencia, desde aquí, desde el imaginario mundo, de tus recuerdos más próximos y la ilusión del reencuentro. Dibujarte así en cada espacio vacío, como espejismo en el desierto, un desorden mental producto de tanta sed de ti.
¡Cuánta falta me haces! Y apenas llevo un par de días sin verte…
Conclusión
Puede parecer cursi y exagerado, infantil y vergonzoso. Pero no, no solo es eso. Hay algo más tras tanta dependencia emocional, es quizás ese hechizo del que somos víctimas cuando un beso cala hasta bien adentro y tenemos las respuestas a nuestras preguntas más difíciles con un simple ‘te quiero, tonto’. Parece que tanta lucha en soledad se resolverá cuando el reencuentro ocurra. Y así, en esa situación de efervescencia tendremos que admitir: ♫ te extraño aunque te rías de mí, por eso: extraño un beso…
Reblogueó esto en Descubriendo un verdadero amor…y comentado:
Comparto tanto tu entrada que la compartiré! La tomo en mí, porque se lo que expresas, lo he vivido día a día, extraño en cada respiración a mi esposo, a mi amigo, a mi par, a mi otro yo…a veces mi mente le dice a mi corazón…Oye no exageres! Pero te juro que es demasiado lo que se extraña y lo feliz que podemos ser en cada encuentro! Un feliz Día! Hermosa Canción también!!!…ya la tengo para mi colección de canciones del amor …. 😉 j un abrazote!
Vale ser redundante en las cosas bellas… jijij asi que disculpa como escribo…es totalmente espontaneo, sincero…. 😉
Muchas gracias nuevamente, no hace falta que te disculpes, me pasa igual a veces, hasta que aprendí a maniatarme jaja. Perdona en todo caso si tarde en responder los comentarios, es este afán de querer buscar las palabras adecuadas :). Un abrazo!
Ahhh me encanta saberlo!!!
«El amor es la única respuesta sensata y satisfactoria al problema de la existencia humana. (Erich Fromm) » Creo que es la frase más cierta para definir el amor, pero detallada con la perfeccion en tu entrada.. Eres muy observador , muy analitico y con mucha presencia de sensualidad.
muchas gracias por tu comentario, y tomaré prestada esa frase de Fromm para más adelante. Con respecto a mi descripción, me quedo sin palabras 🙂 Un abrazo.
Siempre tendremos a quien extrañar! A ver si logramos hacerlo un pelín menos con la mente y un pelín más con el corazón, que contrario a lo q se cree allí hay menos dolor 🙂
tan cierto, pero qué difícil se hace hacerle razonar al corazón y aliviarle la carga al cerebro… El ajuste exacto será aquel que nos permita sentirnos libres de echar de menos sin lastimar(nos). Un besote Ava, gracias por pasarte por acá!