Tan inesperado como en el principio, con la misma contundencia,
con la misma demencia y las mismas sonrisas incomprensibles,
con la magia que nadie entiende y todo el cariño convertido en recuerdos.
Cuando el amor se ha eclipsado queda la esperanza de que vuelva a aparecer.
La parte más emotiva del amor es aquella que es capaz de enredar y confundir nuestras sensaciones, la etapa de la sincronía de dos mundos y el buen gusto compartido en encuentros casuales y no tan casuales. El tiempo de la seducción y todas sus deliciosas consecuencias. Aquellas cosas sencillas que se convierten sin querer en cotidianas, pero que valoramos por ser únicas: Cómo olvidar acaso la sensación de una mano apretando la nuestra y una vocecita susurrando que todo estará bien, con ese tono de admiración que te hace sentir un gigante. Hasta te sonrojas por tanto elogio hacia ti. Esa emoción itinerante que muchas veces queremos atrapar es la que llevaremos tatuada, sin importar cuanto tiempo pase, incluso si el amor hacia esta persona se ha transformado en algo unilateral.
Entonces llegan evocaciones con sabor a nostalgia, pero una nostalgia distinta, fugaz y alegre, la que te hace pensar en lo que se ha vivido y lo que se ha aprendido. Como un déjà vu, tienes la sensación de que esto ya ha ocurrido y no es más que la emoción que es capaz de viajar en el tiempo, llevando a tu despacho mental las carpetas de aquellos recuerdos especiales, llenos de esa magia que trasciende a los personajes y vivencias posteriores. Cualquiera haya sido el detonante, entras en una situación de aislamiento, abstraído de la realidad que parece no reclamarte. Como un campo de fuerza, te arrastra a esos momentos que no volverán, a esas personas que ya no están. ¿No lo has olvidado? Entonces, has cumplido, cuando prometiste por amor que nunca lo harías.
Habiendo superado el dolor de una separación habremos aprendido que lo efímero se convierte en eterno. Que no hay límites para el amor. Que habrán señales por cualquier lado que nos permitirán evocar a nuestro pasado, y reconocernos superados tras darle una mirada, quizás hasta más felices, o tal vez, simplemente, renovados. La vida está llena de finales felices que parecen ajenos, pero debemos reconocer que entre ellos hay lucha y dolor. Historias que nos marcan una tendencia, pues hay vida después del amor. Y así, sin darnos cuenta, otra vez habremos recordado a esa persona especial, viajando en tiempo y espacio, sin saber en dónde estará nuestro próximo paradero.
Conclusión
Tal vez no sean señales las que nos hacen detonar los recuerdos, a lo mejor es nuestra necesidad de sentirnos un poco inmortales. Proyectarnos en el ecran del cielo y sentir que nuestra locura fue sintonizada por alguien más, que aunque ya no esté, es capaz de seguir viéndonos del mismo modo. Es allí cuando nos damos cuenta de que hemos cumplido aquella promesa: ♫prométeme que recordarás lo bien que estamos…
PD: Gracias a mi hermano, a esa búsqueda infructuosa de la super-luna en este caprichoso cielo limeño, a las personas que no volverán…
Precioso!
Como siempre, gracias!
Un sinfín de palabras que me han hecho sonreir y me han ayudado a respirar un poco frente al futuro incierto
Me alegro por el apoyo virtual! Gracias por la visita.
genial texto!
Gracias, y gracias por la visita!
Ha sido muy hermosa y tus palabras también. Saludos.
Muchas gracias!
A ti por compartir.
Precioso!! Me has hecho recordar.
Me alegra haber llegado hasta tus recuerdos 🙂 espero que tengas una buena semana.