Liniers – La infancia es pasar el tiempo sin pensar que no tenés tiempo.

Aquella niñez que dimos por perdida solo se encuentra oculta entre tantos roles y problemas. Sin embargo, muy adentro de nosotros aún escondemos esa inocencia en recuerdos y sueños. En cualquier contexto solo nos hace falta el detonante adecuado, la excusa perfecta que nos permita sonreír como si los años solo hubieran sido minutos de anécdotas pasajeras. Y es que no dejamos de ser los mismos cuando bromeamos y jugamos, siendo capaces de entendernos como los dos niños que solíamos ser. Sin dejar de buscar lo mejor, ni de exigir siempre al máximo, ni si quiera al compartir los recuerdos de una época tan especial. Una de estas excusas se da cuando te reencuentras con alguien por casualidad. Lo mágico del rencuentro es la capacidad de mostrarse las heridas mutuamente y reconocer que, pese a los años, y debajo de las cicatrices, existen los mismos corazones que crecieron a la par sin saber que, curiosamente, algún día se podrían volver a cruzar.

Allí estás, más bonita que ayer por afuera y tan cálida como siempre por adentro. Aunque la vida al parecer no te ha sonreído tanto, estás allí, y eso es suficiente. Y mientras al hablar vamos desnudando los enredos en los que nos metimos, la confianza se desenvuelve como si el contacto entre los dos no hubiera terminado. Aunque ambos sabemos bien lo que buscamos en estos momentos de nuestras vidas, al parecer, cada quien muestra cierta debilidad que obliga a perderse en ese mundo emocional disperso y disparatado. Nuestro punto débil que quizás nadie más entiende. Y los consejos no se hicieron esperar perdidos en medio de la nada, dejándonos llevar por la emoción de recordar quienes solíamos ser.

Liniers – Lo bueno de perderse es que muchas veces te encontrás con vos mismo.

A lo mejor hemos estado en mares equivocados, en momentos errados, a destiempo. Tal vez todo eso fue necesario para que luego lleguemos al lugar correcto. Con el tiempo hemos aprendido que el mejor anzuelo no es el más vistoso, sino aquel que permite obtener lo que queremos en el tiempo justo. Ese anzuelo, descubrimos, se llama amor propio. Y es que nos hacemos fuertes cuando somos capaces de brillar por nosotros mismos. Es el resultado de todas estas lecciones lo que permite que un día cualquiera, entre sonrisas, en el lugar menos esperado podamos juntaros y sentir que el tiempo es solo una variable que no impide que dos almas puedan entenderse ciegamente.

Elizabeth Kubler-Ross – «Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada.»

Conclusión

Hoy en día no es tan usual reencontrarse personalmente con gente que dejamos de contactar por mucho tiempo; generalmente lo dejamos todo en manos de las redes sociales. Sin embargo, son pocos los valientes, los que saben que no tienen nada que perder y dejan las excusas para verse. No todos tenemos la suerte de contar con una oportunidad, en un lugar distinto, en tiempos distintos. Sin que los corazones de ambos hayan dejado de ser los mismos crédulos y soñadores. Allí está… ♫Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer…

PD: A ti, gracias por abrirme las puertas con tanto cariño, quedaré siempre en deuda y siempre agradecido.