Liniers – Andaba por ahí… y se encontró con ella. ¡Qué suerte! Todos estamos flotando…

Cuando empezamos a sentir un querer que rompe barreras, las cosas alrededor parecen transformarse. Como si un hechizo nos protegiera y acompañase para hacernos sentir resguardados. Es parte de dicho cariño, espontáneo y natural, el momento en el que se puede hablar de todo y no aburrirse jamás. O, incluso, el simple hecho de saber que la otra persona está allí, parece ser suficiente, como para quererle sin importar lo demás. Y no hay nada mejor que tener un sentimiento recíproco, simple, que te lleve a ser niño y que se base en las cosas sencillas, que te haga flotar y que te permita conocer cada detalle de la otra persona, hasta aceptar esas diferencias que hacen que la diversidad se transforme en un juego de aprender nuevas cosas. Es la ilusión altamente condensada, llevada al punto en donde el resto de personas sospecha, y qué más da. Cuando este querer empieza, se siente y se sabe que, sin importar cómo será mañana, se percibe el aroma de ‘para siempre’.

Y, viste como es – ¿Y qué estarías dispuesto a hacer por lo nuestro?

Me pregunto si la vida se burla un poco de esos corazones que dijeron: “quiero volver a amar”. Ahí va, te pone a la persona que parece ser exactamente todo lo que querías y más, lejos de ti. Como si unas horas a su lado fueran suficientes. Entonces, empieza la lucha de dos que no quieren dejar de verse, poniendo a prueba sus niveles de paciencia, entrega y creatividad, al hacerles sentir que todo sería mágico si tan solo estuvieran juntos. Es tan sencillo quererle que parece algo para lo cual estuvimos programados sin saberlo, pero es tan difícil no poder estar juntos que los miedos y las dudas pueden provocar mayores distanciamientos. ¿Por qué no simplemente aceptarlo? Que hay un gusto y un querer, que hay ganas de estar juntos y, de algún tierno modo, ambos saben que tienen que volver a verse.

Entonces, llega el momento de reconocer y aceptarlo:

El día es distinto cuando lo empiezas con unas sonrisas, de esas que tú provocas siendo espontánea y sorprendente. Desde ese día juntos, en el que hiciste que te prometiera cuidarte en secreto, y que tu felicidad sería mi bandera, solo puedo serte leal y aceptar que, incluso, estando lejos, seas la persona más cercana durante todos estos días. Quererte se ha convertido en un motivo para sentirme importante, y ya sabes que te quiero solo por ser tú misma, que no pretendo cambiarte. Es que yo no te quiero para que seas mía, te quiero para que seas libre. Libre del pasado que te retiene, libre de los miedos que te cortan las alas. Te quiero porque en mis noches tú estás, brillando para mí antes de dormir, haciendo que desee que mañana pueda estar otra vez junto a ti. Que somos niños otra vez y es por ti. Que mi suerte eres tú desde que te vi. Que tú sacas lo mejor de mí y tengo curiosidad de ver hasta donde podremos llegar cada día más cerca de ti. Te quiero de verdad.

Marcel Proust – Sólo se ama lo que no se posee totalmente.

Conclusión

El amor muchas veces nos llega de manera épica, en historias que no queremos creer que nos puedan ocurrir. Algunos se enfrentan y otros lo dejan a su suerte, ¿cuántos estamos dispuestos a hacer los sueños realidad? Nos suele ser difícil reconocer que somos capaces de entregarlo todo para ser consecuentes con ese sentimiento. Si tan solo fuese más sencillo. Entonces, nos olvidamos que sin el día a día nada sería posible. Y que la mejor suerte es esa, tenerle allí, con las mismas ganas de vernos y estar juntos pronto. ¡Qué desesperación esperar para volver a verle! Esto que nos hace suspirar y anhelar decirle: no tengo más ilusión que ♫tenerte, besarte, andar de la mano contigo, mi cielo, mirarte, decirte un te quiero al oído. Yo te lo digo, que bendición