Van dejándonos lecciones, cuando aparecen y cuando se van,
cuando el resto cree que lo que tienen es cosa de suerte, allí están,
haciendo lo distinto, sus sueños armados de pequeñas aventuras.
Son lobos, leales, difíciles de domesticar, raramente solitarios.
Es común ver personas que creen que se merecen tener más de lo que tienen, ya sea por llevar un apellido rimbombante, dinero en cantidades envidiables, poder que les hace sentirse superiores sin medidas, o, simplemente, por convicción, sienten que son una especie particular, esa que solo logra disgregar y apagar sueños ajenos. En contraparte, para «suerte» de nuestra especie, está la gente que no se cansa de luchar, personas que no se amilanan con lo nuevo, lo difícil. Los que intentan alcanzar sus metas, tantas veces cómo le sea posible, y que aprendieron a ponerse de pie solos. Los que luchan por sus sueños, por sus ideales y por todo lo que creen que va a hacer un mundo mejor. Voluntarios en un mundo de obligaciones. Aún existe ese tipo de personas, seguramente te han tocado la puerta alguna vez.
Son aventureros, son corazones que no cerraron sus puertas pese al dolor, son sentidos dispuestos a aprender nuevas sensaciones, son alas y son camino. Son ejemplo y son humildad. Son admirados, aunque ellos no se la creen y se arriesguen a vivir con lo poco. Son amor por lo que hacen, son metas compartidas, sin presunciones ni codicias. Son sencillez, son lo que otros no se atrevieron a ser. Son soledad, son hacedores de esperanza, son transición. Son vuelos sin retorno, son libros sin final feliz. Son cultura callejera, de esa que te regalan cuando caminas a su lado. Estas personas son felices porque cada día sueñan, cómo los niños, haciendo cosas de grandes.

Pablo Neruda – Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, quien no halla encanto en sí mismo
¿Cuántas veces nos separaron? Y, ¿Cuántas veces aprendimos a ponernos de pie? Para seguir en nuestra propia búsqueda de la felicidad, ¿podremos, simplemente, no rendirnos y enfocarnos en hacer de las cosas pequeñas? Como las grandes construcciones que son armadas desde lo esencial, construyamos nuestra felicidad como estas personas antes descritas, aunque sean inalcanzables. Todos los amigos que hemos ganado en nuestra travesía serán compañeros de viaje, y también aliados. Los que son reales nunca se irán, estarán en nuestros corazones hasta que los dejemos ir.
Conclusión
No dejemos que los parámetros de una sociedad consumista nos alejen de nuestros sueños, aunque parezcan imposibles. No seamos conformistas con nuestra propia vida, cuando siempre somos capaces de saludar con una sonrisa y acostarnos diciendo buenas noches. Ser feliz no es cuestión de suerte, sino de tenacidad. No olvidemos que lo esencial no es tenerlo todo, ni alcanzar la perfección, sino en ir tras esa sucesión de pequeñas cosas que son el camino a la felicidad. Todo empieza cuando hacemos algo por nosotros, el #PorqueYoLoValgo ♫es solo un cambio en mí, algo en mi libertad…
PD: Para ti que emprendiste tu sueño, o parte de, pues sé que solo es el inicio y que nunca es tarde, porque ya aprendiste a volar con alas propias.
Y para «suerte» de nosotros, estás tú, Pablo. ¡Qué belleza de reflexión nos regalas! Eres mi primera lectura y ya sembraste una sonrisa en mi rostro, eres como la brisa matutina que acaricia el alma. Un abrazo desde México.
Nelly, cuando leí el comentario en ese momento que lo publicaste me quedé congelado en el tiempo. Y es que no creo merecer tan bellas palabras, sin embargo, me encanta haber podido sembrar una sonrisa, la primera de un día cuaquiera, y quizás ayudar a hacerlo especial en tu vida. Un fuerte abrazo desde Lima. Espero que sigas sonriendo.
Bella tu sabia reflexión, y siempre acompañando con tan buena música. ¡GRACIAS!
Abrazos infinitos.
Gracias Poli! Más abrazos para ti (sin importar lo que la matemática nos diga de lo infinito 🙂 )
😉
Si me es difícil encontrarle sentido a tu escrito, por tantas y tantas preguntas que me surgen ¿por qué será? ¿será que soy la antítesis de lo que dijiste? si lo soy ¿hasta dónde lo que dijiste me excluye? ¿hasta dónde tu motivación tendría que ser la mía? si yo soy un caminante, un callejero que no sabe dar consejos sino formular preguntas ¿qué tanto daño haré si lo primero que hago es poner en duda cosas como lo que acabas de escribir?
Si cuestiono cada párrafo, cada frase y cada palabra, digo, ¿en qué me convierte, según lo que escribiste?
No me queda más remedio que acudir a lo que llaman «cortesía» diciendo, si acaso aparece esto que escribí:
Gracias por dejarme comentar.
Genial, las preguntas no hacen más que reflejar quien eres, y aunque dejes ver poquito, es suficiente. No es excluyente el ser de esa especie luchadora, es más bien una etapa contagiosa, que a algunos le dura más que otros. Lo importante es poder conservar eso, el espíritu de lucha, de vencer los peros, de creérselo de verdad.
Gracias a ti por tremendas preguntas, me encanta haber colaborado con tantos cuestionamientos. Saludos desde Lima. Pablo.
Has tomado con filosofía mis cuestionamientos, a la vez que me has dado una buena lección de serenidad, por lo cual estoy agradecido contigo.
Saludos desde México.