De tu perfume, tu mirada, tus hoyuelos cuando sonríes
La distancia infinita entre tus labios y los míos,
del principio, de los sueños, de lo que pasaba mientras dormías,
de lo que no pasó entre tú y yo, del recuerdo que será eterno,
del final con puntos suspensivos y del tiempo que juega conmigo.
Cae inesperadamente, sin predicciones ni frenos. Una tormenta de sensaciones pasadas que refresca a las emociones como una lección imborrable ¿Cómo hacer para que la sombra de un pasado deje su aspecto lúgubre y sea capaz de traernos la paz? La nostalgia parece una atadura que pocos aprenden a llevar como quien sostiene un globo inflado con helio, el cual busca ascender, ser libre, dejarse ir. Ser capaz de recordar es poder volar, llenando el corazón de detalles con minuciosidad, como si el tiempo se hubiese congelado para uno, y tener la intensidad propia de un cronista que intenta reflejar imparcialidad en sus palabras, aunque estas delaten pasión en lo vivido. Recordar no es un lamento ni una condena para los corazones que viven en entrega. Es como contemplar el ir y venir de las olas en el mar, en un ocaso matizado de colores intensos. Sentimientos mixtos, ante un paisaje profundo, cálido y un estado ajeno al tiempo, como ese lapso entre el atardecer y el caer de la noche.
Cómo detener esa voluntad, la añoranza de lo bien vivido, que no desmerece al presente, sino que lo retroalimenta con esperanza. Recordar es para los que amaron dejándolo todo y quieren llevarse la reflexión cuantas veces sea necesario. La nostalgia no es sufrimiento para los que aprendieron que en la entrega no existe arrepentimiento por el compromiso, sino más bien orgullo por haberse dejado algo más que el corazón en cada caricia y cada aventura que se sintió con el alma. Cuando hay coherencia, cuando hubo sincronismo, cuando el entendimiento sigue siendo tácito entre dos, cuando la magia parte desde una sonrisa. Entonces todo, absolutamente todo, tendrá cierto sabor a ese pasado que pareciera no haber terminado. Y no estará mal, porque nos hará elevar la apuesta en el presente, una entrega con mayor sabiduría, y un amor más allá de nuestros propios límites.

Julio Cortázar – Rayuela – «Se puede matar todo menos la nostalgia… la llevamos en el color de los ojos, en cada amor, en todo lo que profundamente atormenta y desata y engaña.»
Tampoco es encerrarse en el pasado, ni creer que no habrá forma de superarlo. Guiar al corazón con memoria es reflexionar sobre lo vivido, es ser atemporal, imparcial, y ser capaz de reinventarse. Poder valorar lo vivido porque es un trampolín que nos impulsa y nos debe motivar. Quien tiene esa capacidad de extrapolar a los fantasmas de lo saludable, es capaz de apuntar mejor a ese futuro que se ha planteado. Dejar ir no significa olvidar, significa aprender a soltar. Y elegir siempre poder regresar, con una sonrisa y con esa sensación tan propia que es sentir que estuvo bien.

Albert Espinosa – Si tú me dices ven, lo dejo todo… pero dime ven – «Lo mejor de recordar es que puedes regresar cuando lo deseas, nadie te puede robar o impedir eso.»
Hoy puedo reconocer en el pasado que incluso hasta mis errores me permitieron llegar hasta donde estoy. Tal vez no sea mucho, y algunos esperan más de mí. Pero eso no importa. Lo que vale es que puedo mirar atrás y sentir que estuvo bien. Y que han culminado historias para darle paso a otras, porque aprendí a reinventarme. Y estoy seguro de que ♫ si es que me tengo que ir, en mi corazón crecerás y es allí donde perteneces…
Woowww!! Mientras podamos crear vida con momentos nuevos sabriendo llevar agradecida mente los demás bellos recuerdos, debemos seguir luchando por conseguirlos, porque cuando lleguemos a nuestra vejez, si lo logramos, viviremos y nos alimentaremos de todos los hermosos recuerdos, que nos reavivaran también sensaciones y emociones bellas al recordar….recordar es vivir solo si somos libres de los recuerdos, lo cual no significa dejar de recordar.Pablo te admiro mucho, sabes escribir hermoso!!!!!
*Sabiendo…jijij