Aunque me tengas en la incertidumbre y deba seguir en medio del ruido.
Aunque el cansancio y la presión intenten hacerme desistir de ti.
Yo te dejo estas palabras incluso sin conocerte, por serte leal desde mi libertad.
Yo te doy mis siete vidas convencido de que es contigo con quien yo quiero vivir.
Le dije que no había nada que temer si los dos estábamos hablando el mismo idioma y sentíamos la misma curiosidad, que si había atracción y si estábamos dispuestos a aprender el uno del otro, entonces no sería una pérdida de tiempo. Le dije que podíamos arriesgar, que valdría la pena porque ambos queremos mezclar la libertad con la compañía. Que nuestros pasados son parte de nosotros, y los peros no son suficientes cuando ambos sentimos que es momento de entregar. Si la empatía aparece y la locura es mixta, si nadie más parece entenderlo y no importa. Le dije que creyera en mí, aunque fuese muy pronto como para abrir las puertas, porque yo ya tenía abiertas las mías. Y ella respondió que sí. Así empezaría la nueva entrega, la esperanza hecha misión.
De los sentimientos sin expectativas nacen las historias que no terminan de creerse. En lugares inciertos, en situaciones extravagantes quizás, con personajes no idealizados de los tenaces que se enfrentan contra la rutina de los peros. La realidad es sorprendente cuando nos dejamos sorprender, el punto clave es estar en disposición. El atreverse sin ser suicida, que llega por cortesía de la experiencia y la sensatez. Tal vez lo espontáneo y el cúmulo de lecciones son todo lo que necesitamos para encontrar algo más. Y qué es el amor sino aquello «de más» que nunca es suficiente. Entonces, a disfrutar de los deslices, de cada pasión, y de todo eso que nos acerca a ese «yo» de pareja, aquel capaz de estar en entrega incluso de manera temprana. Sintiendo el instinto felino, equilibrado y temerario, que no nos aleja de nuestra libertad sino que acepta la necesidad de compartir para crecer aún más.

Y, viste como es – -Vengo a poner el corazón delante tuyo. -Se dice delante de vos. -No, delante tuyo, porque te pertenece.
No le pedí más que su presente y ella me ofreció un mañana incierto. No tenía más que mis propias metas hasta que decidí crear nuevas en conjunto para que sea más intenso el sentimiento, y la vida incluso. Es así, la emoción cuando intenta razonarse busca establecer objetivos. De esta manera te hace aprender y sacar lo mejor de ti. No sabía que poco a poco, con cada acercamiento, ella se haría de un poco de mí, silenciosamente, pero con mucho arte. Y yo podría tenerla para mí, sin condiciones ni distancias. Era como si pudiese hablar con su corazón, sin intermediarios, únicamente con tomar su mano o con mirarle a los ojos, con esa admiración tan solemne y esa seguridad tan sólida que hacía que mis palabras retumben en su pecho como una percusión estruendosa. Su entrega y la mía, una colisión impredecible.

Jorge Luis Borges – «Y de pronto llegará alguien que baile contigo, aunque no le guste bailar y lo haga porque es contigo y nada más.»
Son nuestras decisiones las que nos permiten mantener o alejar a las personas, aunque muchas veces también dependa de cuánto están dispuestos los demás por quedarse cerca de nosotros. En el amor no existe pérdida de tiempo, cada experiencia, por más que haya sido un ruido, ha significado una lección. Nosotros decidimos cómo asumir esos aprendizajes y cómo aprovecharlos para un día siguiente. Aquí o allá, hoy o mañana, nos cruzaremos con alguien que no necesariamente estaba en el libreto original. Cuando eso ocurra, asegúrate de sentirte listo y sin miedos, y atrévete a sentir y decir que ♫No importan el lenguaje ni las palabras ni las fronteras que separan a nuestro amor. Quiero que me escuches y que te abras. Le estoy hablando, hablando a tu corazón.
Perder el tiempo… un tema interesante cuando se trata de amor. A veces pienso que si hubiera evitado algunas experiencias ahora no tendría tanto miedo a que alguien se acerque a mí. Aunque no habría aprendido lo que actualmente sé. Al final siempre te llevas algo bueno de lo malo.
Un abrazo.
Hasta de lo malo, ciertamente. Solo que cuesta aprender, curiosamente, dejando ir. Un abrazo!
Tenemos que tener en cuenta con respecto a la frase «perder el tiempo» porque solamente nos estamos fijando en lo malo, y productivamente el aprendizaje de éste, pero se nos olvida los momentos de felicidad, para mi jamás será tiemio perdido lo que me hizo feliz con respecto al amor, sin importar que el después haya traído quizá heridas y dolor, como dice un dicho que me gusta: Al pan, pan, y al vino, vino. Excelente entrada Pablo, es un gran gusto leerte! Abrazooo