Citando a una estrella particular:
«Esto no va a ser fácil,
pero estamos hechos para hacer las cosas imposibles»
No se trata de hacer locuras por esperar algo a cambio, ni de actuar como se supone que los adultos debemos actuar. No es cierto que estemos acá para vivir una vida programada por la sociedad, ni tampoco hace falta aparentar para evitar expresarse. No es tan cierto aquello de que todos somos iguales, cuando se trata de ser coherentes con nuestra esencia. No es justo juzgar a quienes tienen el corazón transparente y, aunque advertidos de que el mundo tiene peligros, ignoran las señales y desfilan por el abismo. No basta nunca con mirar desde afuera. No se trata de vivir con complejos por ser aceptados por otros, ni cargar con cruces ajenas por sentirse mártires sin ser invocados. No es para el orgulloso, ni para aquellos que no admiten la verdad completa, no es para los que hablan y no escuchan. No se trata de ninguno de ellos, ni de vivir en la incertidumbre. No es para cobardes, para sectarios, para los que entregan sus fortalezas a la casualidad, y a las leyes de un Dios que no parece escucharles. No se trata de nada que te puedan decir, ni nada que puedas evitar ¡nada!
De pronto, aparece camuflado en complicidad quien va a cambiar tu perspectiva, poniendo en jaque aquello que creías en tu pseudo-utopía peculiar. Con sus actos, te lleva a cuestionar si realmente vale la pena creer en alguien más. Dudas de tu existencia como alguien capaz de hacer sentir a los demás, ridiculizando incluso tu forma de ser, tu proceder y cómo pueden percibirse tus acciones. Hasta se quiebra la ilusión por creer en otros apasionadamente. Dudas de la esperanza, aquella que sembraste desde pequeño, y de la fe que poseías en el fondo de tu corazón parchado. Aparecen más fantasmas, situaciones no finalizadas en un corazón que absorbía los daños y trataba de no perder su forma, como una esponja recargada de líquido de no paz. Inicia así el concierto de las despedidas. Llega el miedo, el desencadenamiento de todo aquello que negaste ser, el enfrentamiento. Entonces, esta persona desaparece, ya tuvo lo que quiso. Y quedas aún de pie, trémulo frente al abismo, dejándote caer sin poder volar.
Si te llevan a cuestionarte a tal punto de poner en duda tu amor propio, si te duele tanto porque descubres en ti que hay mucho por hacer, y no podías verlo hasta llegar a este punto. Si has cruzado fronteras, pero no has conocido aún tus verdaderos límites, ni qué te ata a ellos. Si creíste ciegamente, si quisiste creer. Si notas con humildad que aún tienes mucho que aprender, si te sirve, aunque duela. Si sientes que ya no hay marcha atrás. Vivir no es un examen, no tiene que ser perfecto. Si estamos recubiertos de piel y sangramos con los rasguños, ¿por qué no podemos equivocarnos? Deja ir, perdona, ponte de pie y da las gracias. Para amar, debes amarte y debes de hacer crecer ese sentimiento en la humildad. Solo así, después de aprender, aquella persona habrá cumplido su paso en tu vida. Solo así habrás vivido: Depende sólo de ti.

Julio Cortázar – «Continué y destruí cada recuerdo concreto porque ya no te quiero encontrar en mis rincones, menos en mis sueños y es por eso que estás donde ya no te busco y ahora busco mi felicidad.»
Llegan a ti las palabras incongruentes con tu manera de querer: «Tal vez nadie nos entiende en este mundo, y tocaría pedir perdón por haber hecho creer a los demás que era mentira.». Bien sabes que somos un camino hecho de decisiones. Como tal, lleno de laberintos y múltiples salidas. No podremos vivir lo que no ocurrió, no podemos congelar todo para repetirlo mil veces. Toca avanzar, perdonar y amar lo que siempre estuvo allí. ♫Y alzo el vaso más vacío que yo, lo elevo hacia el infierno. Por lo que jamás seré, niego al mundo como es, y así me convertiré en los días no vividos.
PD: Bajo su constelación particular, el chico que no solía abrazar ni mostrar su verdadero dolor, se rindió y bajó la guardia. No fueron necesarias tantas preguntas, solo una sonrisa y mucha paz. Dijo: «Yo no busco que me leas, busco que me entiendas», aunque no tuvo eco. Y concluyó, nuevamente, en su camino: «Hay amor en las pequeñas cosas, y más cuando puedes pedir perdón y eres perdonado. Hay amor en el silencio y la soledad, cuando toca perdonarse y brillar con luz propia. Gracias, estrella particular.»