El teórico del amor, sumido en la infortuna,
ha perdido una vez más el amor que creía que era de verdad.

Severi – ¿Yo no era el amor de tu vida? – Sí, pero cambié de vida.
Para amar no hace falta encontrar a la persona correcta, lo que realmente se necesita es amarse a uno mismo hasta sentirse en paz. Uno no tiene por qué sentirse listo para amar a otro sin haber empezado a amarse como uno es. Si se pierde el equilibrio, no debe de depender de otro para mantenerse en pie, solo motivarse con quien esté a su lado, si fuera necesario, para levantarse y seguir en la batalla. Será lindo tener compañía -pienso yo- pero las decisiones y el camino lo elegimos cada uno de nosotros, para luego ir con nuestras vidas sin culpas ni reproches. Buscar en uno y encontrar en otros, la paradoja del amor.
Amar no es únicamente decir cosas lindas o demostrarlo con detalles cuantiosos. Amar, en la intimidad, termina siendo el respeto por todos esos espacios personales, adorar los pequeños detalles, la libertad, la negociación con la sonrisa, la calma en un abrazo silencioso, los corazones que conversan al acostarse. La escucha activa, el tratado de paz firmado con un beso, el perdón sin rencor, la empatía y la tolerancia, los límites marcados y los privilegios improvisados con pasión magistral. Amar, parece un misterio, complicado por la complicidad y la experiencia. Sin embargo, no hay máster ni forma de escapar, es natural y es simple. Amar es ver en otros ojos que tú eres su mundo.

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Muchas veces no entendemos cómo puede acabarse el amor, como si su atenuante se tratase de una enfermedad que silenciosamente se hubiera esparcido para atacar en el momento más impensado. No reconocemos a tiempo los síntomas y terminamos muriendo lentamente, al ritmo de las preguntas sin respuestas, el jaque mate en tres jugadas, el adiós sin tregua, la despedida sin palabras y la mirada sin sentimiento. Es el final, el principio de la insania y la pérdida de la lógica, la negación frustrada y el desgarro de la guerra fría. Las cajas vacías sin destino a la vista, la soledad descubierta y el miedo a volver a empezar. La peor parte del amor, sin duda alguna, es cuando queremos una respuesta y lo único que encontramos es la resignación a tener que dejarle ir.

Joaquín Sabina – «Lo peor del amor es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le quedan dos puntos suspensivos.»
¿Cuántas veces más he de entregar todo lo que tengo? ¿Dejar de ser así por miedo al castigo, o ir con nobleza conforme a la naturaleza de un corazón instruido? Quisiera firmar la paz con mi corazón. No encontrar en medios el olvido ni en el tiempo los supuestos ante la indiferencia. Quisiera, una vez más, ver en su mirada, en cualquier mirada, aquella expresión de amor que hoy se ha transformado. Y solo me queda conformarme con que, tarde o temprano ♫ se que veré tu rostro otra vez
Amarse a uno mismo y sentirse merecedor de ser amado. Creo que son los dos puntales clave para poder amar a otra persona.
Un abrazo, tocayo.
Gracias por tu visita tocayo. Sí, ha tocado aprender esa lección, esta vez, desde el otro lado. Y pues, quizás haya quedado como para retomar este humilde espacio que lo tenía abandonado. ¡Un abrazo!
Me estoy preguntando cómo no conocí antes tu blog. Precisamente llego a ti a través de otro Pablo (elaguijonescarlata). Casualidades de la vida.
Un saludo y encantada de haberte encontrado y poder leerte 🍀.
Muchas gracias Yai. Mi tocayo pues es genial, muchas veces compartimos puntos de vista, el por aquí y yo por su blog. Sin duda alguna, hay mucho más que palabras en este mundo de bloggers :). Un fuerte abrazo y gracias por animarte a pasar por aquí.