Para siempre aunque no estés más,
amarte así incluye amarte al despedirme de ti

Liniers – Acortando distancias
Cuando era pequeño y veía el amor a través de historias y canciones, comprendió que no iba a ser como en los cuentos de hadas, que los finales felices estaban puestos para simplificar la trama. A través de los años, sintió que el querer a alguien era natural y simple, que solo se complicaba con la convivencia, la falta de negociación, diálogo y sinceridad. Poco a poco, al reconocer todo ello en el fracaso de las relaciones que se suponía que debían de ser un ejemplo, concluyó que no quería repetir el pasado ajeno. Decidió que para querer de verdad, no deberían de existir peros ni reproches, solo el sincero deseo, algo idealista, de ver -más allá de las nubes negras- el objetivo trazado para los dos. Además, que si iba a amar, lo haría con entrega máxima hasta haber agotado todas sus fuerzas, como tantas veces había visto en libros y películas, pero en una versión peculiar. Ser el mejor por él, por ella, y por el camino que eligieron, incluso, caminos distintos.

Mario Benedetti – De todos modos para vos no es novedad que el mundo y yo te queremos de veras, pero yo siempre un poquito más que el mundo.
El amor se vive en las pequeñas cosas, el poder de la palabra y la importancia de atesorar cada mensaje como un regalo divino. Para él, la palabra tiene tanto valor como cualquier detalle fastuoso, cuando este es entregado desde el corazón. Que viva la improvisación, la sorpresa, la jugada inesperada. A lo mejor no hace falta regalar flores en días especiales, sino, convertir un día cualquiera en especial con la magia y el colorido sentimiento de un detalle lleno de amor. Es de los que demuestra su amor de múltiples formas, incluso a escondidas, cantando canciones que nadie conoce pero que se convierten en bellas obras para dos. Es de los que hace el amor con la palabra, con caricias y miradas tácitas, es el que termina un beso para volver a comenzar, es el que suspira con un sentimiento inefable tras un abrazo. Es de los que nadie los entiende y ya no importa, porque encontró en su casi extinta forma de ser un motivo fuerte para vivir así. El último romántico desaparece tras el dolor, en la agonía, y reaparece curado y decidido a amar en entrega, otra vez y para siempre. ¿Cuánto más puede querer?

Gabriel García Márquez – El Amor en tiempos del Cólera – Solo Dios sabe cuánto te quise
Es ese que no se rinde, el que entrega su corazón de manera incontable y que, a veces, no entiende por ser tenazmente entregado, que cuando la suerte está echada toca dejar de llorar. Ha sido siempre una persona enamorada, una persona sensible y atenta, capaz de perderse en el sufrimiento y lo suficientemente hábil como para levantarse en la soledad. Para él, dejar ir es la última carta de demostración de amor, es entender que “nunca es suficiente”. Que la luz pertenece al cielo de las estrellas, intocables si no puede sacar sus alas. Que la añoranza es un estímulo para ser mejor, no para sufrir, y no importa si ella no le quiso como él lo hacía: “Para siempre” también significa que nadie más la amará como lo hizo él.
Después de todo, me pregunto si somos tan distintos. Si alguna vez he sido como él y si podré volver a sentir así. Sin importar si es injusto o incomprensible. Soñar con una despedida, con la distancia estelar y el sentimiento inextinguible. Tan solo siento que ♫Me he alejado tanto que no puedo verlo, es la miopía que me deja tu recuerdo. No pude arreglarlo, tuve que romperlo, ahora me deslumbra tu luz en movimiento.